- Felicitas Guerrero Libro
Navidades de antaño

Fragmento de “Navidades de antaño”
Escena perteneciente a la segunda parte de:
“Perdón por ser virtuosa, la vida de Felicitas Guerrero” Ajusticiada.
…..
Al rato en la gran recepción armaron el pesebre sobre una enorme alfombra dorada y se dispusieron a colgar los adornos en el árbol:
-¡Los Reyes Magos! Félix, ven, mira -y Antonia le tomó la manito al niño-. Ese es Melchor, Gaspar y Baltasar….
Los tres Reyes Magos fueron los tres grandes y principales maestros de las escuelas espirituales de la época. Eximios astrólogos se dejaron guiar por la “Estrella de Belén” –un cometa- para llegar al punto matemático exacto donde nacería el Mesías. Acudieron desde Oriente para ofrendarle: oro, incienso y mirra.
La palabra “mago”, proviene del persa ma-gu-u-sha, que significa sacerdote. Llegó al griego como μάγος (magos, plural: μάγοι, magoi), refiriéndose a una casta de sacerdotes persas o babilonios, que estudiaban las estrellas en su deseo de buscar a Dios.
-Ese es Félix, el niño Jesús –le indicó sonriente Catalina.
-¿Niño Jesús? –dijo el pequeño con dificultad- Un bebé…
-Sí, como tú hermoso, un bebé. Lo guardaremos hasta la Nochebuena y después de la misa del gallo lo pondremos en su lugar, ¿quieres? –le propuso su mami.
-Ti, mami. Quiero uno –pidió Félix de dos añitos y medio.
Las chicas lo alzaron una a una para que el pequeñín colgara moños y guirnaldas en el pino.
-¡Qué maravillosa obra! –exclamó Martín ingresando a la gran recepción de La Noria.
-Hola, hola –saludaron todas.
-Gracias, Martín. El maestro tallador interpretó mi idea a la perfección –le dijo su esposa.
-De nada. Sí, el maestro tallador resultó ser un genio. El pesebre es impresionante. Todo por hacerlos felices. Ven, mi amor –y alzó a Félix apasionadamente.
-Para los antiguos pueblos del norte de Europa el pino representaba el espíritu del hogar –les contó María.
-¿De dónde sacaste eso? –quiso saber Catalina.
-Tía Tránsito me lo leyó de un libro inglés –aclaró.
-¡Qué bueno que el nuestro sea gigante! –acotó Felicitas-. Esta Navidad seremos la envidia de los Lavallol.
-Es verdad. Ellos siempre se dan pisto de ser la quinta más adornada y fulgurante –exclamó entusiasmado Álzaga-. ¡Este año daremos el batacazo!
-Ese es mi cuñado. ¿Podemos invitar a toda la familia? –propuso Catalina muy pícara.
-Por supuesto. Después de la misa del gallo ¡que vengan todos para acá! –ordenó Martín al salir, llamado por uno de sus empleados.
Ángela se acercó a Felicitas.
-Él es un buen hombre, mi niña –le recordó la nana.
Y acomodó una telas que la señora hizo colgar desde la gran escalera para realzar el pesebre.
-Más le vale –dijo Felicitas sonriendo por lo bajo y guiñando un ojo.
…
Nota de la autora:
Ambientación de la escena: extraída de la Revista “Caras y Caretas”
En su edición del 23 de diciembre de 1916 evoca las navidades en el Buenos Aires de 1860